jueves, 30 de junio de 2011

Como te llegue a odiar I


Al principio te veía como un simple bufón más de mi corte, uno que por miedo o por trabajo me seguía moviendo el rabo, siempre detrás de mi. Hipócrita, como siempre pensé que lo eran todos. Estaba muy equivocado y ahora me arrepiento mas que nunca de lo que te he hecho, de que pude evitarlo y no lo hice, lo recuerdo perfectamente aunque al hacerlo mi cuerpo dañado se paraliza pero mi mente sigue funcionando.

Pasaba mi aburrida mañana, como todas, en casa de mi padre, esa enorme mansión de colores oscuros y horrible olor a viejo, que no antiguo, pero no me quedaba otra, mi madre se quedo sin dinero para mantenerme así solo me quedo arrastrarme como un chucho a las faldas de mi padre.

-Bienvenido a casa, hijo mió.

-Padre… -suspire- supongo apartir de ahora viviré contigo -saque la sonrisa mas falsa que pude disimular- estoy realmente contento

-Conmigo no te faltara de nada, esta es tu casa desde siempre, así que si necesitas algo tienes a todos estos sirvientes para ti solo -señala una gran fija de preciosas y jóvenes sirvientas, que permanecían estáticas delante nuestro en la entrada de la casa, parecían, a mi ojos, feos maniquís sin alma que esperaban a ser encendidas con un chasquido de dedos o una simple orden.- Acostúmbrate a este vida, Yoochun

Solo me quedo asentir. A mis 18 años recién cumplidos lo que menos deseaba era ir a un colegio lleno de repipis sabihondos y vivir en una casa mas 30 veces mas grande que mi antiguo hogar. Lleno de sirvientes con apariencia apacible pero que seguramente a las espaldas te ponen verde. Si, mi vida había dado un giro de 180º y lo único que hice yo fue cerrarme en banda durante 2 años.

Mi llegada a esa casa no fue mas que el comienzo, empecé a formarme académicamente como es debido, una presión que casi acaba conmigo pero que afronte sin ningún contratiempo, llegando a estar entre los 10 mejores de mi promoción, si no el mejor de ella. Mi ingles era insuperable y mi educación perfecta pero eso no era lo que necesitaba en aquel entonces.

Mi padre no estaba nunca en casa, comía solo, con la atenta mirada de mis sirvientas que solo decían "si, señor" y "¿desea algo mas, mi señor?" Harto estaba de escucharlas. Suspiraba tanto que pensé que el alma se me saldría por la boca de un momento a otro.

Pero mis días no eran todo estudio, había también tiempo libre en el que yo aprovechaba para poder jugar, pero luchar contra mi mismo era aburrido por eso retaba a todos mi sirvientes siempre que podía, al principio era divertido pero luego me di cuenta de lo solo que estaba, de que me había refugiado en la soledad de mi corazón y de que solo sentía un falsa alegría y un falso entretenimiento, todo era falso.

Cuando llegaron las vacaciones pensé que me moriría del asco, no podía salir de la casa, porque básicamente no tiene amigos con los que salir, así que solo daba paseos por el jardín del que mi padre estaba realmente orgulloso, un jardín lleno de flores, donde la rosa predominaba. Había de todos lo colores y me encantaba sacarles fotos que mas tarde le enseñaría a mi padre. Este miraba las fotos con admiración y eso de hacia salir de la monotonía de mis días, pero eso solo pasaba cuando, rara vez se atrevía a pasar por casa. solía preguntarme si algún día dejaría el trabajo para dedicarse un poco as su hijo que tanto le costo "conseguir" como si yo fuera un trofeo mas que coleccionar y colocar en un vitrina.

Pasando de esos pequeños detalles allí es donde te conocí ¿te acuerdas?

Yo salía llamarte "baby" para ponerte nervioso y que cometieras muchos errores de los que yo me reía verdaderamente, pero tu nombre era Junsu. Hijo de una mujer que trabajaba duramente para conseguir que ese jardín fuese la envidia de todos los jardines de al rededor, una verdadera artista que me dejaba fotografías cada esquina del lugar, pero de un corazón frágil que a menudo pendía de un hilo.

-Baby... -sonríe tiernamente al tiempo que me acercaba al banco donde siempre me esperabas sentado, mirando al suelo, con la mirada perdida como si no pensaras en nada. Levantaste la cabeza cuando ya me hallaba junto a ti y me sonreíste ampliamente.

-Yoochun ¿cuando has llegado? -las palabras "bobo" y "lento" siempre me cruzaban la mente cuando me preguntabas cosas entupidas como esas.

-mmm hace un segundo, quizás dos -reí divertido cuando vi que tu ceño se fruncía al nota que me ríe  a tus espaldas siempre que podía.

No se como, pero desde que empezaron las vacaciones no paré de ir todos los días a verle. Me ponía la excusa a mi mismo de que iba a ver las flores, pero no, yo sabia, en el fondo de mí ser, que te iba a ver a ti. Lo sabia, pero nunca lo admití abiertamente, fui un idiota.

Los días pasaban y pasaban divertidos y demasiado rápido para lo que yo estaba acostumbrado. Hicimos de todo, jugábamos como crios a la play, al fútbol a todo lo que a ti te gustaba, a todo, nunca te negué nada, pero luego, cuando tu madre empezó a ponerse peor es cuando tu no podías salir de casa, te quedabas con ella día si y día también, y yo empecé a caer en la monotonía y en los celos.

No me di cuenta, pero comencé a no hacer nada, a maltratar a mis sirvientas, a mostrarme hastiado siempre, con el ceño fruncido, deje de sonreír porque tu no sonriáis, pero eso jamás te lo dije.

A los pocos meses, volviste a mi, ha hacer el trabajo de tu madre, volviste a pasar tiempo conmigo, pero yo había cambiado demasiado, me había vuelto malo, malo en el peor sentido.

Ya no me reía de ti porque era feliz, si no porque te quería hacer sufrí todo lo posible. Tu sonrisa ya no me gustaba, la veia burlona, tan dueña de mi mismo que quise hacerla desaparecer. Pensé que me dominabas y que eras tu el que te reías de mi a mis espaldas como hacian todos los demás. Solo estaba loco y ciego por mi propia ira que no me di cuanta de la verdad hasta que no fue demasiado tarde.

No espero que entiendas ahora lo que me pasaba antes, pero quiero contartelo igualmente.

Te humille, te hice llorar, te deje con el autoestima por los suelos, me reí de ti fríamente y yo solo disfrutaba con ello. Nunca supe, hasta hoy, que tu autoestima ya estaba por los suelo, que tu vida ya era un desastre antes de que llegara yo a  destrozarte lo poco que quedaba de ti, y aun así tu te quedabas a mi lado cada día, por muy mal que te trataba seguías a mi lado y eso fue lo que me hizo reaccionar.

-No quiero esto, ¡tiralo ahora! me das asco -la sirvienta empezó recoger asintiendo con la cabeza constantemente y casi con miedo, la comida que yo había tirado al suelo, realmente no recuerdo que estuviese malo, solo quería llamar tu atención, pero en vez de eso, tu te agachaste a ayudar a ese sirvienta sin nombre con esa sonrisa estupida, yo me enfurecí mas y te pegue una patada en el estomago cuando te agachaste a recoger junto a ella que casi había terminado, se tiraste al suelo del dolor sujetando tu estomago.- Tu no eres una sirvienta, eres mi jardinero, vuelve al jardín ¡ahora! -Junsu se levanto inmediatamente y se fue de mi comedor encogido, las sirvientas me miraba estañadas por mi reacción y la que estaba en el suelo recogiendo me miro con verdadero desconcierto que luego se transformo en automático desprecio, la fulmine con la mirada.- Como tardes mucho en recoger esa asquerosidad, tu serás la próxima en probar mi suela. -automáticamente la muchacha cogio todo y salio corriendo de allí, asustando, decepcionada...

Eso es uno de los pocos recuerdos que tengo se esos días de ceguera. No se porque pero apenas recuerdo nada. ¿Será que puedo olvidar las cosas malas con facilidad?

2 comentarios:

  1. Oh dios mio~~ me encanta aaaaaaaaah!!!!!!!!! I love youuu~~~~ ♥♥♥ que monos los dos~~ pero que ostia le ha dado pobrecito T-T *OOOOOOOOOOOOOOOOOO*

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  2. pues a mi no me gusta mucho la verda... ya veremos como sigue, gracias por comentarme ^^

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