Corría desesperadamente por esas calles heladas de Tokyo propias del más crudo invierno... Corría con un único pensamiento en mi mente. Tu. Aminoraba mi paso cada vez que sentía que me acercaba a ti, cuando llegue a la esquina y te vi, me fui acercando lentamente hacia ti para poder grabar en mi retina aquella pose estoica que mantenías esperando mi llegada con una impaciencia disimulada. Te analizaba por completo, tus largas y musculadas piernas escondidas en unos pantalones verde caqui y tus botas militares negras. Podía imaginarme sus brazos fibrosos y perfectamente moldeados bajo esa chaqueta a conjunto con tu pantalón que abrigaba más de lo que aparentaba. Mantenías las manos con el puño cerrado en el bolsillo para guardar el calor, sus manos eran fuertes pero llevaban mas peso del que podía cargar aunque yo intentaba aminorar esa carga curando cada día esa herida que había allí con mis besos. Notaba como tu pecho, ese perfecto pecho que tantas noches hizo para mí un escudo... subía y bajaba lentamente al compás del vaho que salía de entre tus labios enrejocidos por el frió... Tenia ganas de besarlo, darles el calor que se merecían, tomarlos para que de la suma de nuestros dos alientos solo quedara uno.
Tu piel, como siempre pálida, aun lo era más con la poca luz que había esa mañana... resaltando así tus profundos ojos azules verdosos que se escondían bajo un flequillo blanquecino rubio ahora demasiado largo, pero que yo bien sabia que pronto desaparecería.
No note el dolor de mis piernas, cansadas por el sobreesfuerzo que había hecho para llegar hasta allí a tiempo, hasta que te percataste de mi presencia y abriste tus brazos para que yo pudiera desplomara en ellos. Así lo hice. Estrechases fuertemente mi cuerpo contra el tuyo, sin dejar que una sola brisa se aire pasara por entre nosotros. Intenso pero demasiado corto para mi gusto el abrazo fue interrumpido, me cogiste por las mejillas, húmedas y heladas desde el comiendo de mi carrera, me miraste directamente a los ojos... en ese momento pensé que morirá. Moriría por la verdad que escondías bajo aquella fachada... sentimiento que tu mirada era incapaz de esconder.
Mis lágrimas salían de mis ojos y tú las limpiabas inútilmente. Estorbaban mi visión, impedían que grabara tu rostro en mi corazón... aunque no se si valía la pena guarda aquel rostro tan pobre y triste que intentabas no didacarme pero que la ocasión lo exigía, ya que no todos los días tu novio volvía a Alemania para luego hacer un viaje al continente africano para enfrentarse a una guerras que nadie sabia cuanto tiempo nos iba a separar... o simplemente si volvería.
Es pensamiento se mantenía vigente en mi cabeza, se repetía en un bucle infinito que hacia que mi corazón se secara rápidamente igual que mis ojos.
Me dedicabas palabras de amor, me dabas ánimos y siempre hablabas en presente... note que ni si quiera te atrevías a hablar en futuro. Era una realidad dura de aceptar.
Solo podía contestarte con las mismas palabras... no quería dejarme nada en el tintero... quería que solo me tuvieras a mi en tu mente y corazón... desgraciadamente no pude ser todo lo sincera que hubiera querido ser... Pero no te mentía cuando decía que te quería... y deseaba que volviera sano y salvo. Junto a mí o no eso era otro asunto que prefería no tocar.
Cuando aquel dichoso taxi apareció mi ansiedad crecía y crecía en mi pecho y la mano que agarraba con tanta fuerza ahora lo hacia aun mas. Notaste esa presión y simplemente acariciaste el torso de mi mano mientras me seguías mirando con dulzura... te ibas acercando a mi lentamente mientras yo empezaba a ponerme de puntillas para alcanzar antes tus labios...
Nos besamos... no era un beso cualquiera... era un beso lleno de amor... el beso de la despedida... solo nos quedaba llorar... mientras nos fundíamos en aquel beso que nos pareció corto pero en realidad fue eterno.
Nos separamos, limpiaste nuevamente mis lágrimas y juraría que tu también habías derramado algunas... Yo entre en pánico controlado, no quería separarme de ti, pero pedirte que te quedaras me resultaba totalmente egoísta.
Te vi marchar en aquel taxi... y hasta que no desapareció no pude mover mis piernas para irme... ¿a donde? no lo recuerdo... solo se que acabe en mi casa... y de allí no salí en algunos días...
Abrazada a la esvástica, que arrancaste de tu chaqueta y que luego me regalaste, al tiempo rememoraba todos y cada uno de los momentos felices y no tan felices que compartimos... No quería olvidarte... y jamás lo hice consciente mente.
To be continue.
ains por favor que triste ;______; cuantos casos se dieron asi ... u.u
ResponderEliminarpues si, pero lo per de todo es el final.
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