El sonido de la lluvia golpeando mi ventana me despertó de mi sueño. Abrí los ojos lentamente mientras recordaba donde estaba. Levante la cabeza de la mullida almohada al tiempo que apartaba las suaves sabanas que me tapaban, baje una pierna mientras que la otra permanecía doblada sobre la cama. Enfoque mi vista en la persona que dormía a mi lado, justo en el sofá que estaba al otro lado de la habitación.
La posición de esta persona era un tanto incomoda, mientras una mano reposaba sobre su estomago la otra permanecía detrás de la cabeza que estaba medio apoyada en le brazo del sofá. Un pie tocando el suelo mientras que la otra pierna estaba colgando del respaldo del sofá. Ni siquiera se había molestado en ponerse el pijama que permanecía en el otro brazo del sofá. Los pantalones de vestir negros ahora estaban arrugados al igual que la camisa que tenia los 4 primeros botones desabrochados. La corbata estaba tirada en el suelo al lado de un grueso libro.
Me quede mirándole durante unos segundos bastante largos y no se en que momento había empezado a sonreír, pero me sentí bien.
Al fin me levante de la cama, fui a la cocina y me puse a preparar café del amargo. Me senté en una silla, de lado, mirando hacia la ventana con un brazo sobre las piernas y otra reposando en el respaldo de la silla. Observaba como el agua caía sin piedad golpeando y empañando mi ventana. El sonido de la cafetera y el olor amargo pero placentero del café empezaba a llenar mis sentidos y mi cabeza de recuerdos, junto con la lluvia todo empezaba a formar un marco demasiado familiar.
Cerré los ojos... Viviría encerrada en mis recuerdos. Siempre estaríamos juntos de esa manera o al menos eso pienso ahora.
En mi mente podía reproducir a la perfección el día en el que la luz de un nuevo día fue el único testigo de nuestro delito.
La ventana estaba cerrada, las persianas medio bajadas, dejaban pasar la luz mínima para poder vernos el uno al otro si estábamos cerca (y, si, lo estábamos) Estaba cansada, el día anterior había sido una fiesta continua. Me tumbe en una cama que no era mía y para mi gusto demasiado alta, cerré los ojos mientras me movía buscando la posición adecuada. El olor de las sabanas se empezaba a pegar en mi cuerpo y me relajaba lo suficiente como para dejarme somnolienta. Note como un lado de la cama se hundía, eso significaba que él también quería dormir. Quizás le deje demasiado sitio ya que acabe empotrada contra la pared donde estaba apoyada la cama. Reí ante ese recuerdo.
Me revolví incómodamente hasta que le desperté y me tomo en sus brazos dejándome por encima de su pelvis, estábamos mejilla con mejilla. Quise levantar mi torso y mirarle... preguntarle por qué hacía eso pero no me dejaba. Su fuerza era superior a la mía por lo que es fácil para el tratarme cual muñeca de trapo.
Me abrazaba rodeando mi baja espalda... acariciaba con la yema de los dedos toda la piel que encontraba a su paso. Decidí hundirme un poco en su hombro, enredar mis piernas en las suyas y dejarme llevar por el momento. Respire el aroma de su cuello, era una mezcla entre sudor limpio y su aroma de siempre...
Permanecíamos en silencio... aunque tenia tantas cosas que decir, tantas cosas que replicarle... Tenia tantas ganas de llorar, de pegarle... Aun así no dije nada y él tampoco.
Cambiamos de posición mil veces, le rodee con mis piernas las caderas, le abrace la cabeza, le acariciaba el pelo, los brazos, el cuello, la espalda.
Él tomaba mis caderas, acariciaba dulcemente mis costillas, mi espalda, mi estomago, mis piernas, mis brazos... besaba mi cuello, mis mejillas, mi frente, mi nariz... ¿Él tendría las mismas ganas de besarme como yo a él? Quizás jamas sepa la respuesta.
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Oigo como una taza golpe la mesa que esta justo a mi lado, obro lo ojos y ahí estaba el humeante recipiente que contenía mi cafe recién hecho.
Parece que al fin el bello durmiente se ha levantado... Observo como se dirige a la ventana con su taza de café, bebe un par de sorbos cortos al tiempo que permanece absorto en lo que pasa al otro lado del cristal.
Suelto un suspiro silencioso y me levanto de mi asiento para acercarme a el y abrazarle por la espalda, por su puesto tu ni te inmutas como siempre...
Pasan los segundos y yo ya estoy llorando... empapo tu espalda con mis lagrimas, solo entonces coges mi mano. Solo tu y yo sabemos que es la uncia manera que tienes de consolarme.
Me arrastras de nuevo al sofá donde antes dormías, no sin antes dejar tu taza junto a la mía intacta. Te echas sin dejarme mas opción que tumbarme encima tuyo, encajo mis piernas con las tuyas a la perfección, rodeo tu torso con mis brazos y hundo mi carita en tu cuello volviendo a llorar. Acaricias mis espalda con cuidado y cuando el hipido silencioso desaparece es cuando terminas de abrazarme fuertemente.
Yo tengo los ojos cerrados pero tu me estas mirando. Se que siempre lo haces, aunque pienses que no me doy cuenta.
El sonido de la lluvia va en crescente, parece que ahí fuera hay una tormenta, mientras que aquí dentro solo puede haber tranquilidad. Si es así, es Gracias a tu presencia. Tu no lo sabes, es mi secreto.
Permanecimos en la misma posición por horas... dejando que nuestros cafés se enfriaran en la cocina.
Me hubiera gustado no haber despertado jamas de mis recuerdos... cerrar los ojos y no volver ha abrirlos, seria lo ideal. Pero aun me quedan muchas cosas por hacer. Ojala me dejaras quererte una noche más.
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