Ya han dado las doce en mi cama. Miro hacia ventana entre abierta por donde entra el aire frió de la noche, aun así estoy sudando. El caos se vuelve orden en la oscura habitación levemente iluminada por la luz que entra del exterior. El silencio es perturbado por la vibración que producen mis cascos contra mis oído y la música hace eco en mi cerebro, su significado de llega del todo a mi sistema cognitivo ya que tampoco le puedo prestar demasiada atención.
Mi mente esta gritando que lo haga, mi garganta ahoga un grito de desesperación contra la almohada, húmeda de lagrimas. Tengo una lucha interna constante en mi cabeza, una parte de mi quiere acabar con esto, otra... se aferra a... a una especie de esperanza... una luz.
Cierro los ojos, lo veo.. veo el camino que siempre he seguido sin desviarme ni un poco. Me paro frente algo nuevo, algo que nunca tuve que hacer... Una elección entre dos caminos... la bifurcación... elegir entre sufrir mucho o poco, pero sufrir al fin y al cabo.
Este dolor que siento es insoportable. Abro los ojos y nuevo estoy encogida en mi cama... siempre abrazada a mi estomago que parece que se cae cada vez que pienso en ti, cada vez que tomo una decisión. Tiemblo. Con una mano en el pecho notando como mi corazón bombea rápidamente mi sangre por todas partes a pesar de estar en un aparente relax.
repentinamente suena en mi reproductor la canción que siempre me salva.. La canción que mas me acuna... Respiro hondo, finalmente lo tengo claro.
Apago mi reproductor y pongo a cargar mi móvil como habitualmente hago. Cierro la ventana y me meto entre mis cálidas sabanas. Cierro los ojos, aun lagrimosos, con la esperanza de poder sonreír mañana.
Fiasco.
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