miércoles, 18 de junio de 2014

Igual que hiciste tú.



Cierro los ojos y es como si nada hubiera cambiado. Estiro los brazos para llegar hasta tu rostro y soy capaz de alcanzarlo, fingir que te acaricio los pómulos con las yemas de los dedos mientras apoyo la palma sobre tu mejilla. 
Quizás mis manos siguen siendo demasiado grandes para ella... Pero no soy capaz de sentir realmente en tacto y aparto mi mano, con verte, verte seria suficiente para. 
Tomo una bocana de aire, lentamente, aspiro y suspiro, lentamente sin dejar de mirarte. Nada a cambiado. 

Observo tu sonrisa, llena de inseguiridades, repleta de preguntas, esos gruesos y rojizos labios entreabiertos que solo dejan ver la primera fila de dientes... Y tu nariz un poco arrugada, pequeña en comparacion con la mía. Esas pequeñas marcas que te salen debajo de los ojos cuando algo no va bien, cuando no sabe que esta pasando, son enmarcadas por las lineas amorotonadas de las ojeras que poco a poco se irán tornado a rojizas.. 
Los ojos pequeños, adornados por unas pestañas diminutas... El negro de las mismas solo enfacita el oscuro marrón de tus óvalos, y siempre me he preguntado por que unos ojos tan comunes, tan poco expresivos, me dicen tanto ¿solo a mi?. Aunque apenas hay luz en mis recuerdos, veo el reflugir de tu mirada, clavandose en mi, esperando.  
Ahora observo tu despeinado cabello, las puntas cayendo cada una en dirección diferente y el flequillo que casi a desaparecido por completo, ha cambiado mucho a lo largo de los años pero no soy capaz de recordarte de otra menara. 
Esa piel blanca que normalmente es atildada con algunas zonas moradas, sin ninguna explicacion, siempre había alguna en cualquier parte de su cuerpo. En sus hombros redondeado, sus huesos sobresalientes sobre el pecho, pequeños, suaves... Y ya no era capaz de ver mas haya de eso.

Después de haber recorrido todo su cuerpo visible volví a clavar mi mirada en su mirada. ¿Cuando habías empezado a llorar? No lo sé, porque de su boca no salió ni un solo llanto. Se mantenía fruncidos levemente, cubriendo sus perlados dientes, cerrando una vía de respiración... Aunque yo ya no podía ver mas que aquellas gotas, las critalinas lágrimas de despedida. Las marcas de un adiós. 

Los hombros de la pequeña persona que se encontraba ante mi, más indefensa que nunca, se encogieron, de repente me había convertido en alguien ajeno a ella. Volví a estirar mi manos para pedirle que se quedara, recordarle que no era extraño, que simplemente era yo... Pero entonces no había nada. 

Abrí mis ojos por primera vez. Me encontraba sobre mi cama, en una habitación donde solo algunos los rayos del amanecer podían colarse. Mi cuerpo descasaba sobre el lecho, con una pierna estirada, casi sobresaliendo de él, mientras que la otra permanecia doblada, una de mis manos estaba a un lado de mi cuerpo, con el puño cerrado, casi con rabia, no me di cuenta del dolor que me producia hasta mas tarde. El otro brazo estaba estirado hacia delante, en dirección a la nada, con los dedos preparados para acariciarla. Pero ella no esta...

Ahora soy yo el que derrama algunas lágrimas... En silencio, cubro mi rostro, mi vergüenza y dejo que todo se vaya, como hiciste tú.  


#Emosexuada

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